El yoga es la disciplina de método integral, de desarrollo personal más antiguo y abarca a la persona de manera holística, es decir en todos sus aspectos y manifestaciones, y en los planos mental, físico y emocional. Su fin es conducir al practicante al equilibrio que lo lleve a un óptimo estado de salud y a concebir una actitud adecuada ante la vida.
En este sentido, las recientes egresadas de la tecnicatura en yoga del Instituto Saavedra María Luisa Gómez de Oliveira y Estela Puchalski describieron el método, «milenario arte y ciencia de vida». «Pretendemos desmitificar todo lo que hay de oculto y de raro para la gente, y demostrar así que el yoga se puede adaptar a cualquier persona y lugar”, explicaron.
Para hacer yoga se debe amar el yoga, debe hervir por las venas de quien lo practica. Si uno es yogui, lo es al comer, al dormir, al amar y al defender sus derechos.
Por otro lado, las particularidades de la sociedad occidental hacen que se pierda mucho de la verdadera esencia y filosofía de esta tradición. Sin embargo, esto no es impedimento para que las personas tomen del yoga lo que les beneficie, lo que les sirva para crecer y ser felices. «El yoga es uno solo y universal, no existe tal dicotomía entre yoga para occidente y para oriente, pasa que nuestra forma de vida hace que aquí adquiera matices que tienen que ver con lo cultural», dijo Puchalski.
A todo esto, los beneficios sobre el organismo que reporta la práctica regular del yoga son indiscutibles y ampliamente probados por la experiencia y por estudios científicos. Es una disciplina que busca unir la conciencia individual con la universal y sus técnicas permiten obtener armonía y equilibrio, condiciones indispensables para vivir una existencia plena y saludable.
Asimismo, cualquier persona, a cualquier edad puede comenzar a practicar las posturas «asanas», los ejercicios de respiración «pranayama», la meditación y la técnicas de relajación y reducción del estrés, que al prolongarse en el tiempo, mejoran sensiblemente la calidad de vida de quienes las realizan. “Porque a través del equilibrio que proporciona el conjunto de las técnicas se mejora el funcionamiento de los pulmones, se fortalecen los órganos del aparato respiratorio y se abre el pecho, lo que facilita la respiración, y como propicia la liberación de tensión actúa sobre el estrés provocando un efecto positivo en la totalidad del cuerpo”, explicaron.
En cuanto a la cantidad de tiempo que es recomendable dedicar a esta práctica para sentir todos sus beneficios, las instructoras coincidieron en que se recomienda la constancia, «una hora por día sería lo ideal, pero eso dependerá de cada persona, en lo que atañe a modificar y corregir la respiración, con diez minutos por día bastará», dijeron.
Por último, para entender el yoga “es necesario experimentarlo personalmente”, ya que una aproximación superficial impedirá aprehenderlo en toda su riqueza. “Y con el tiempo, cualquiera que siga practicándolo con constancia se dará cuenta de que se opera en él un cambio en su manera de ver la vida, pues mediante la persistencia en la tonificación y la relajación del cuerpo, y en el aquietamiento de la mente, comenzará a lograr una paz interior que es la verdadera naturaleza del ser humano”.